Nadie puede herir a un corazón que no se ama demasiado a sí mismo.
Pacayas.
Pacayas.

Pacayas.

Pacayas… Amargas como ellas solas… Pero tienen calcio, fósforo, hierro y fibra.
Las compré porque hace un tiempo leí: “lo que es amargo en la boca, es dulce para el hígado”… Así que hoy le dije a mi organismo: Hoy comeremos un delicioso manjar… jajajajajaja…
Lo cierto es qué quedaron deliciosas…